ADICTOS A LA TELEVISIÓN
El uso de la televisión, así como de estímulos digitales como móviles, redes sociales, internet o videojuegos ha crecido de manera exponencial las últimas décadas por parte del niño y adolescente, fruto de la llamada era digital.
El uso de la televisión, así como de estímulos digitales como móviles, redes sociales, internet o videojuegos ha crecido de manera exponencial las últimas décadas por parte del niño y adolescente, fruto de la llamada era digital.
Los padres no se quedan
atrás, empezando a aparecer en la terminología psiquiátrica y psicológica
conceptos relativos a la adicción al consumo de los citados productos
virtuales.
La FAD, Fundación de Ayuda contra la Drogadicción,
realizó en 2012 un extenso estudio sobre el consumo televisivo en el
adolescente madrileño, consecuencia de miles de entrevistas realizadas en colaboración con Obra
Social Caja Madrid y el Instituto
de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, llamado «Consumo televisivo,
series e internet. Un estudio sobre la población adolescente de Madrid».
En él se alerta sobre la posible
influencia de las series en ciertas actitudes de aspiración e identidad de los
jóvenes españoles, y de los cambios sobre los patrones de visionado de estos
medios de entretenimiento.
Si antes la televisión creaba
familia, ahora, según explica Eusebio Megías, director técnico de la FAD, es lo contrario: «Gracias a
internet los adolescentes ven los contenidos televisivos cuando y donde
quieren, incluso en su cuarto mientras hacen otras cosas, como las tareas
escolares, por lo que la presencia de
la figura de control de los padres respecto al contenido de los mismos, que ya
se asumía muy débil, ahora resulta imposible. La consecuencia es
descorazonadora escuchada en boca de sus protagonistas: muchos son los que se
rinden».
Por
otro lado el Profesor Joaquín Arozamena, periodista especializado
fundamentalmente en el medio televisivo y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, remarca una falta de coherencia de los progenitores. Según Arozamena, los
mismos adultos deben tener una actitud clara respecto al consumo digital,
evitando emitir mensajes contradictorios.
De todas formas, a juicio de este
profesor de la UFV, «lo único que hace la televisión es afirmar los valores que ya se tienen.
Los medios solo convencen a los ya convencidos. Es muy difícil que la
televisión cambie convicciones emocionales o morales profundas».
Es decir, ante todo, lo fundamental
son los valores adquiridos en el niño o adolescente, de manera que se pueda
filtrar la información recibida.
Los
niños más pequeños todavía están desarrollando su capacidad cognitiva para
diferenciar entre la fantasía y la realidad. Por lo tanto, los niños de
preescolar y en edad escolar, son más sensibles a los efectos de la violencia
en los medios que los adolescentes. Los adolescentes tienen una capacidad más
desarrollada para el pensamiento crítico y son más autónomos y cínicos, por lo
que son más propensos a ver la violencia en los medios como una acción ficticia
destinada a entretener. Sin embargo, los adolescentes que tienen más fantasías
violentas o problemas emocionales pueden estar más alentados por la violencia
en los medios, especialmente si sus valores personales y los compañeros,
familia y otras personas apoyan el uso de la violencia.
Respecto a las consecuencias
negativas para la salud, La Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y
del Adolescente, concluye que el uso de violencia en los medios puede producir
angustia, anestesia emocional a la violencia, la pérdida de empatía por las
víctimas y la opinión de que la violencia es un medio aceptable para resolver
los problemas.
Bibliografía
E. Rodríguez San Julián,
I. Megías Quirós, T. Menéndez Hevia (2012). Consumo televisivo, series e internet. Un
estudio sobre la población adolescente de Madrid. Madrid: FAD
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