miércoles, 8 de enero de 2014

ADICTOS A LA TELEVISIÓN

El uso de la televisión, así como de estímulos digitales como móviles, redes sociales, internet o videojuegos ha crecido de manera exponencial las últimas décadas por parte del niño y adolescente, fruto de la llamada era digital.
Los padres no se quedan atrás, empezando a aparecer en la terminología psiquiátrica y psicológica conceptos relativos a la adicción al consumo de los citados productos virtuales.

            La FAD,  Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, realizó en 2012 un extenso estudio sobre el consumo televisivo en el adolescente madrileño, consecuencia de miles de entrevistas realizadas en colaboración con Obra Social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, llamado «Consumo televisivo, series e internet. Un estudio sobre la población adolescente de Madrid».
En él se alerta sobre la posible influencia de las series en ciertas actitudes de aspiración e identidad de los jóvenes españoles, y de los cambios sobre los patrones de visionado de estos medios de entretenimiento.
Si antes la televisión creaba familia, ahora, según explica Eusebio Megías, director técnico de la FAD, es lo contrario: «Gracias a internet los adolescentes ven los contenidos televisivos cuando y donde quieren, incluso en su cuarto mientras hacen otras cosas, como las tareas escolares, por lo que la presencia de la figura de control de los padres respecto al contenido de los mismos, que ya se asumía muy débil, ahora resulta imposible. La consecuencia es descorazonadora escuchada en boca de sus protagonistas: muchos son los que se rinden».

            Por otro lado el Profesor Joaquín Arozamena, periodista especializado fundamentalmente en el medio televisivo y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, remarca una falta de coherencia de los progenitores. Según Arozamena, los mismos adultos deben tener una actitud clara respecto al consumo digital, evitando emitir mensajes contradictorios.
De todas formas, a juicio de este profesor de la UFV, «lo único que hace la televisión es afirmar los valores que ya se tienen. Los medios solo convencen a los ya convencidos. Es muy difícil que la televisión cambie convicciones emocionales o morales profundas».
Es decir, ante todo, lo fundamental son los valores adquiridos en el niño o adolescente, de manera que se pueda filtrar la información recibida.

            Los niños más pequeños todavía están desarrollando su capacidad cognitiva para diferenciar entre la fantasía y la realidad. Por lo tanto, los niños de preescolar y en edad escolar, son más sensibles a los efectos de la violencia en los medios que los adolescentes. Los adolescentes tienen una capacidad más desarrollada para el pensamiento crítico y son más autónomos y cínicos, por lo que son más propensos a ver la violencia en los medios como una acción ficticia destinada a entretener. Sin embargo, los adolescentes que tienen más fantasías violentas o problemas emocionales pueden estar más alentados por la violencia en los medios, especialmente si sus valores personales y los compañeros, familia y otras personas apoyan el uso de la violencia.
Respecto a las consecuencias negativas para la salud, La Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y del Adolescente, concluye que el uso de violencia en los medios puede producir angustia, anestesia emocional a la violencia, la pérdida de empatía por las víctimas y la opinión de que la violencia es un medio aceptable para resolver los problemas.

Bibliografía

E. Rodríguez San Julián, I. Megías Quirós, T. Menéndez Hevia (2012). Consumo televisivo, series e internet. Un estudio sobre la población adolescente de Madrid. Madrid: FAD

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